sábado, 17 de diciembre de 2011

Lo que era y ahora es un Guacho para mí...

La primera vez que escuché la palabra "Guacho" fue en Caracas, estudiando 1er grado en la Escuela Experimental Venezuela, cuando el profesor de Artística el Sui géneris y ya fallecido Sr. Dagoberto Hurtado, nos decía en su clase y con ese tono de voz que metía miedo a todos, incluido el Director, “¡Agarren sus útiles y me hacen un GUACHO¡¡¡", hasta ese momento, ni en mi casa con todos los gritos y regaños que había recibido, ni con los panas en La Cancha de Los Chaguaramos, nunca había escuchado el referido término, así que, después de que una niña del salón, con sus colitas blancas y todo, valientemente, como son las mujeres venezolanas, se atrevió a preguntarle al profesor, ¿Que vaina era Guacho?, fue cuando entendimos o mejor dicho entendí que un guacho en arte, era un borrador de un dibujo, es decir, una pintura con muchos colores, no perfecta, pero que en si diera una idea de lo que se iba a plasmar finalmente en el block Caribe, que cada uno de nosotros tenía. Un Boceto, a partir de ese momento eso fue para mí el significado de guacho.

Al poco tiempo de haber llegado a Panamá, no recuerdo exactamente si en la radio o en que lugar, escuche la frase, "Un Guacho de Mariscos", ¡Coño¡ ¡Alerta¡ …¿Guacho y Mariscos juntos?, como una fotografía digital en HD y con marco incluido, apareció en mi mente el Profe Dagoberto, sentado, allí en el salón con unos pinceles, frente a un lienzo lleno de camarones, almejas y hasta antenas de Langosta, pintando unas gruesas rayas moradas, con tinta de calamares sin ningún orden, es decir, haciendo según mi entendimiento un Guacho de Mariscos.

Con el tiempo y de paso un día, por la población de Veracruz, en Ciudad de Panamá, me detuve en una “fonda” y una vez sentado, cuando la señorita o “joven” como se dice aquí en Panamá - así el mesonero tenga 87 años - se acercó y me preguntó que deseaba pedir, le dije que quería de entrada una fosforera o sopa de mariscos, la joven, que si era joven de verdad, me dijo, solo tenemos "Guacho de Mariscos". Sin dejar entrar en mi mente la imagen del maestro de Artes Plásticas y sin temor a mancharme de pintura morada, acepté el plato que me ofrecían. La joven se alejó y me entraron ganas de gritarle, ¡Cámbieme el guacho por unas arepitas con Naaaaaata¡ Pero que va, ya la joven había atravesado la cortina que dividía la cocina de las mesas y allí quedaba yo con un guacho de ideas en la cabeza y una esclusa vacía en el estómago, del hambre
que tenía.

Pasaron como 10 minutos, cuando la cortina se abrió como un telón y cual actriz principal portando su Oscar recién ganado, venía la joven con un plato del tamaño de una ponchera, de esas que venden los chinos y echando más humo que el autobús de San Ruperto…traía mi pedido. Sin decir una palabra y con movimientos perfectos, colocó el plato frente a mi, sin salpicar ni botar ni una gota de aquella mezcla humeante a la que me enfrentaría.

Temblando tomé la cuchara metálica y la introduje con temor a que se fundiera. Llena la elevé hasta mi boca , pero antes miré hacia la mesa vecina, en donde dos tipos embobados devoraban cada uno una Corvina Frita con Patacones, sin tener que ver con nadie, incluido el tipo de la mesa contigua, es decir, yo.

Entró la cuchara en mi boca y como niño chiquito cuando le dan papilla, empecé a pasear aquella vaina de cachete en cachete. De pronto como tocado por el Tenedor de Neptuno, aquella mezcla comenzó a embrujarme y esa cara arrugada que hace poco segundos masticaba y masticaba, se convertía en la feliz cara de un comensal, que prueba uno de esos exquisitos platos del Cheff Carmelo; No Juegue¡¡¡, esto no tenía nombre, que sabroso y es que era una mezcla de paella y asopado con un chin de risotto lombardo, mas una esencia especial de mariscos, que lograron que aquella “ponchera” fuera poca para saciar mi apetito en este primer encuentro con el Guacho de Mariscos. Al salir de la fonda, la linda joven que me atendió, me acompaño hasta el carro, yo creyendo que era por mis encantos, pero no, lo hizo para evitar que me cayera de lo lleno que iba.
Profesor Hurtado, en donde quiera que esté, le cuento que por fin entendí lo que significa “Guacho” y no precisamente es un “Borrador”, al contrario es toda una “Obra Maestra” de la cocina panameña..

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