Estimada Maricarmen, caramba, otra
vez llegó la implacable fecha para entregar mi crónica y de verdad que para
esta semana, sufro de bloqueo crónico y no he preparado nada. Y es que me ha
tocado quedarme con mis hijos, porque mi
esposa está de viaje, así que entre las Olimpiadas de la semana pasada, el
retomar las transmisiones de las Grande Ligas y
por supuesto el pasármela dando suspiros extrañándola… estas dos semanas
se fueron volando y no estructuré la Crónica del Pana Maxi. Fíjate, que ayer
hasta iba a escribirle a Adriana Rincón, para solicitarle un salvoconducto,
pero entre limpiar la casa y preparar las loncheras de los chamos, pasaron las
horas. Y es que si ves como está mi casa de limpia, se te aguarían los ojos de
la emoción…y como buena mujer seguramente
pensarías, “Esto ni de vaina es obra de
un hombre…”, pues si, la limpié yo. Tan brillante que Mr. Músculo se
quedaría loco.
Imagínate nada mas, como han sido
mis días durante este período de sobrecarga de funciones que desde las cinco y
media de la mañana comienza mi decatlón diario. Levantarme y despertar a los
chamos, que son dos, vestirlos, a la más pequeña inventarle un moño, cola de caballo indómito, o ponerle su “vincha”, y siempre recibiendo como recompensa, protestas
tipo “¿Papá y cuánto falta para que
llegue mamá?” .
Después a seleccionar y calentar,
lo que llevarán en su lonchera, para escuchar tajantemente cuando llegan del
colegio, “Los emparedados de mamá no son
tan duros y raros”…Si ellos supieran que ayer casi pierdo un dedo,
picándoles no sé qué para su almuerzo…
Y llega puntual el transporte y
todavía no están listos. A pegar gritos,
acelerar los últimos detalles y correr para acompañarlos hasta el
“busito”, con las dos mochilas, dos loncheras y las benditas cartulinas o
láminas que estos carajos del colegio no se cansan de pedir…nojoda en total
creo que he perdido como 5 kilos con esta prueba matutina de resistencia.
Se van los niños y empieza el
subconsciente a decirte “Se te olvido decirles, darles o arreglarles alguna
vaina…” Sudor, duda y respiración acelerada…volteo hacia el cielo, como lo hace
el “Kid” Rodríguez despés de cada juego, pero no para agradecer , sino para
pedir clemencia a Dios, de que los niños hayan llevado todo en orden. Uf…Por
fin mi turno de relajarme, para
prepararme a trabajar, así que primero decido bañarme. Aplicando técnicas de
PNL me preparo para disfrutar del agua, su claridad, sonido y temperatura;
ya con los ojos cerrados y casi en levitación,
meto un pie en la ducha y “!Carajo! comienza el ring-ring del teléfono ¿¿¿Qué
loco va a llamar a esta hora???...”Hola mi amor¡¡¡”—es mi esposa--- “¿Cómo
estás?-¿Los niños? ¿Acuérdate de peinarlos, la comida debe estar a 100° Celsius
y los jugos debes colocarlos en ángulo recto respecto a la tapa de la lonchera,
y no la mandes con cintillo, bla, bla, bla…” ¿Maricarmen por qué será que
ustedes creen que no podemos hacer las vainas de la casa como ustedes?? Que
nervios vale…
Para no estresarte, no te quiero
narrar el resto del día, ni mucho menos el final de la tarde, tiempo de asignaciones escolares, arreglo de mochila,
uniformes y zapatos, y lo mas exigente la cena…que no se puede repetir, es
decir, ellos quieren que cada día diferente; por lo que me ha tocado inventar
combinaciones impensables de sanduches, que si Chessewhiz con mermelada o
mostaza sazonada con diablitos y rebanadas de salchichas… Y en dos
oportunidades me he visto obligado a recurrir, a poner cara de lástima a las
vecinas y amigos, buscando que nos inviten a comer a su casa…o peor optar por la
salvadora “Junk Food” o comida chatarra…ojo que no se entere tu sabes quien…
Mari de verdad que espero que me
entiendas y por favor le expliques a la directiva de El Venezolano, que para mi
próxima columna, les aseguro que mi esposa ya habrá llegado y podré tener
cabeza para redactar…porque esa vaina de ser Mamá Maxi no es nada fácil, y es que
ni p’a escribir te queda tiempo…Ya vengo que sonó el pito de la secadora.